¿Qué es el Tarot?

 

Una baraja de Tarot se compone de un total de 78 cartas, divididas en 3 grupos: 22 Arcanos Mayores, 40 Arcanos Menores distribuidos en 4 series de 10 los llamados palos, y 16 honores o figuras compuestas por los Pajes, Reinas, Reyes y Caballeros de los 4 palos.

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Estas tres secciones, aunque distintas, poseen una unidad de contenido puesto que es posible encontrar numerosas relaciones simbólicas entre todas las cartas.

Entrar en contacto con el Tarot es entrar en contacto con nuestro propio inconsciente, un mundo mágico y maravilloso con el que podremos descubrir los mensajes o indicaciones que nuestra propia alma a través del inconsciente nos quiere transmitir.

El Tarot utiliza un lenguaje simbólico, de ahí, la importancia en conocer todos los detalles de cada carta y la necesidad de contar con una baraja que contenga todos los símbolos necesarios para una correcta interpretación.

A través del Tarot podemos realizar la misma labor que haría un analista de sueños, ya que el proceso es muy similar, en la base de interpretación. La ley de la sincronicidad, las analogías, correspondencias y  asociaciones de ideas están contenidas en la estructura con la que está creado el juego.

Convertirse en un buen intérprete de Tarot exige años de estudio y práctica, pero las mismas cartas se convierten con el tiempo en el maestro verdadero, ya que desarrollan la intuición y nos enseñan sus secretos a través de la misma práctica.

 

Su Origen

Muchas fábulas se han contado acerca del origen del Tarot

Una de las más extendidas es su pretendido origen egipcio. Idea que surgió a partir de Court de Gebelin, estudioso del Tarot, quien en 1.781 explicó que había tenido un sueño en el que se encontraba en  el templo de la esfinge, en Egipto, rodeado de la cartas del Tarot pintadas en las paredes. A partir de ahí surgió la idea que tal sueño correspondía a un templo real y dio lugar a que se inventase en el siglo XIX  el llamado “Tarot Egipcio”, invento moderno que no guarda correspondencia alguna con la verdadera tradición iniciática.
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El pretendido origen egipcio del Tarot jamás ha podido ser comprobado puesto que ningún vestigio arqueológico en Egipto recuerda ni remotamente siquiera la posible existencia de tal juego.

Otra teoría dice que fueron los gitanos sus inventores. Tal afirmación carece de rigor histórico, dado que es sabido que en siglo XIV existen ya varias referencias en Europa al juego de “naips” o cartas. Los gitanos no habían llegado todavía a Europa en dicha fecha.

Por último otra afirmación aun más fantástica es la que lo sitúa en la ciudad marroquí de Fez, donde en el año 200 se habrían reunido sabios de todo el mundo con el fin expreso de transmitir un conocimiento a la posteridad…

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El Tarot más Antiguo

En realidad, los Tarots más antiguos que conocemos corresponden a Italia (Visconti Sforza. segunda mitad del siglo XIV, Venezia primera mitad siglo XIV ) y Francia ( Charles V, año 1.500, Noblet, año 1.650 Vieville, año 1650).

Sin embargo, es a partir del siglo XVIII cuando comienzan a aparecer, con el Tarot Dodal del año 1.701 los Tarots de Marsella que nosotros conocemos actualmente. Ese siglo fue una época de abundante creación de diferentes imágenes y en ellas podemos encontrar el patrón que ha llegado hasta nuestros días. El Tarot de Marsella se ha convertido, así, en el más universal. Su verdadero origen hay que buscarlo en las fuentes históricas y referencias indirectas de la Edad Media, ya que no se ha conservado ninguna muestra de un juego más antiguo, conservándose únicamente sus imágenes en forma de obras de arte o pinturas. La razón es que el rey Francia ordenó en el año 1.700 destruir los moldes de fabricación y todos los juegos antiguos.

Diversos estudiosos, entre ellos los españoles Daniel Rodés y Encarna Sánchez, el francés Alain Bocher y el canadiense Kris Hadar,  dan la fecha del siglo XIII como la más probable del nacimiento de este juego que con el tiempo ha ido sufriendo numerosas transformaciones pero conservando siempre sus ideas y modelo básico y que sus raíces y contenido hay que buscarlo en la filosofía conocida como «catarismo», la herejía albigense. Numerosas correspondencia y símbolos presentes en las cartas lo demuestran. La coincidencia geográfica y temporal en el siglo XIII con el Norte de Italia, y el Sur de Francia como puntos fundamentales de la herejía catara y lugares donde aparecieron los Tarots también lo confirmaría.

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Así se explica que la Iglesia católica prohibiera en el siglo XIV el uso del Tarot en las comunidades monásticas por considerarlo “herejía”. Interesante palabra, ya que el Tarot no fue prohibido por “brujería, superstición o hechicería” que hubiera sido lo normal, caso de haberlo usado los brujos, sino por “herejía” y esta palabra revela que el sentido de la prohibición fue que era considerado un sistema filosófico o un intento de explicar las verdades del espíritu, pero al margen del dogma oficial de la Iglesia católica. Es decir, en la prohibición hay al mismo tiempo un reconocimiento del profundo contenido filosófico que el Tarot contiene.

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El Tarot fue usado como un sistema para mostrar la búsqueda de la pureza y la unión con el espíritu, una forma de mostrar un conocimiento espiritual y cristiano, una manera de meditar o reflexionar en el camino de la vida espiritual. Las 4 virtudes del Alma por ejemplo aparecen en la carta 8 (La justicia), 9 (Prudencia) 11,( Fortaleza) y 14 (Templanza).  La unión con el espíritu, el Anima Mundi, la carta 21, en contraste con la 15, El Diablo. Dos poderes espirituales: El Papa,  y la Papisa, etc.